Como una estrella apareciste en mi vida,
desprendiendo tu encanto radiante sobre mi hora más oscura!
Tu veloz ascenso obligó a huir al turbio conflicto
entre el dolor y el miedo, así de portentosa es tu fuerza!
Y debo lamentar que ahora desaparezcas:
cuajando un eclipse sobre mi noche más deprimente.
Mi cielo merece cualquier otra dimensión,
donde no se desvanezca tu luz arrepentida.
Ninguna estrella volverá a dorar mi víspera,
ahora alegras la mañana de otro corazón;
y mi cariñosa alma debe aprender a llorar,
mientras la distancia incrementa las alegrías ajenas.
Sin embargo, todavía puedo adorar tus dulces rayos,
aunque ya no derramen sobre mí su lluvia de plata.
Y pensar en ti quedará confinado en mis sueños.
Y la memoria arrojará su bálsamo sobre mi dolor.
[En Poemas de convivencia]