tras el hosco horizonte del olvido,
queda el viejo vivir que se ha vivido;
queda el viejo sabor saboreado;
quedan restos del pan que se ha amasado
en el horno de amor más encendido
y una esperanza que no se ha cumplido
porque un viento feroz se la ha llevado;
y quedas tú como superviviente 
sentada en el brocal del imposible
contemplando el pasado y sin futuro...
Pareces una estatua indiferente
ante el destino de lo irreversible,
del rostro impenetrable de su muro.
(Del libro "Luces y sombras de un diario")
En "Mujeres del 27. Antología poética"