inconexo y caótico,
al sentarme, loca, rígida y conmocionada,
mareada de fiebre, casi enferma,
el corazón a mil. Fue el mismísimo día
tormentoso cuando conocimos por vez primera
tu condena perpetua:
el nombre fulminante de tu enfermedad.
De "Partícula y llama. Antología poética"