no te encuentras con nadie, jamás,
y ese es tu destino sempiterno.
No tomarás
ni esperanzas, plegarias o locura
de los demás para esconderte
de la presión del infortunio,
sino que andarás
pisando afiladas cuchillas, y conocerás
el filo de la inteligencia así ralentizado.
De "Partícula y llama. Antología poética"