Detenidamente te siento,
largamente vas por mi camino de venas intrincadas buscando tu presencia más pura,
tu aliento prolongado sobre mi carne desfallecida.
Te oigo en tu correr apresurado por recobrar el tiempo y los sueños
que vas madurando en tu caminar de sombra.
Todos tus sueños van saltando por mis silenciosas venas
que se encienden llenas de luz y deseos.
Vas llegando cada día sobre mi frente, repetidamente y nuevo.
Vas llegando, permaneciendo en cada lugar y cada hueco.
Te tengo ahora, te siento delante y quieto.
Estás aquí más claro que la luz, más puro que los ángeles cuando
aún no han rozado con sus alas la tierra.
Estás, estás en todo.
Estás en cada cosa como si cada cosa hubiese nacido por tu voluntad y para mi goce.
Y yo estoy quieta.
Viviendo para este mundo que tú has creado, sin reconocerme apenas
para que tú sigas viviendo.
Nadie podrá desprenderme de este silencio en que tú me envuelves,
amor cercano de cada día.
Solo tú me ayudarás a salir de él cuando el tiempo
deje oír su voz de partida.
Solo tú, tú solo estarás a mi lado cuando mi mano
se alce presurosa para decir adiós a este silencio.
Y solo tú podrás recobrarme,
porque nadie más que tú podrá descubrir el camino donde mis pies
empiecen a caminar de espaldas a este silencio.
De "Desnuda como el ángel"