Separado de mí y habiéndote marchado
hace tantos años, aún te sigo queriendo.
Este corazón palpitante y estas lágrimas ardientes
pueden atestiguar cómo me aferré a ti?
Sé que en la estrecha tumba
el cuerpo que yo amaba fue enterrado en lo profundo
y abandonado en el silencio y la oscuridad
para dormir su sueño sin sueños.
Sé que el rincón donde yace
ni es más que un triste lugar de reposo.
La humedad sepulcral nunca abandona
la oscura lápida sobre su pecho.
Pues allí nunca brillan los rayos del sol
ni se respira nunca el aire fresco;
pero no me quejo por eso,
pues mi amado no está allí.
Oh, no! No pienso en ti
como si allí te pudrieses en lenta descomposición.
Este es el único pensamiento que me oprime,
que te has marchado lejos.
Te has ido para siempre. Y yo por las noches
he rezado, en mi habitación silenciosa,
para que el cielo enviara un estallido de luz
que iluminara la triste oscuridad.
Y que te diera, a mis ojos anhelantes,
un momento, como si brillases ahora,
renovado, desde tu mansión en los cielos
con toda su gloria en tu semblante.
Fiero era el deseo, intensa la mirada
que yo fijaba en el aire turbio
esperando que una llamarada
golpeara allí mi visión arrebatada:
una forma que excitara esos nervios humanos,
una majestad que horrorizara,
tu aspecto terrenal ya no brilla
suavemente, alegre en todas las cosas.
Falsa esperanza! Vano ruego! No puede ser
que vuelvas a visitar la tierra.
Llamé al cielo, te llamé a ti,
y observé, y esperé, todo en vano.
Si tuviera un preciado mechón tuyo,
cómo bendeciría esos ojos anhelados!
O si tu figura pintada fuese mía.
qué oro me robaría ese trofeo?
Unas pocas palabras sobre esa piedra,
un cadáver tan frío como pueda estarlo;
palabras vacías y polvo que se pudre, solamente,
puede ser eso todo lo que quede de ti?
Oh, no! Tu espíritu aún permanece
donde tu alegre sonrisa fue vista.
Hay menos oscuridad, menos frialdad
en la tierra que si no hubieras existido.
Tú respiras aún en mi pecho
y habitas en mi corazón palpitante;
y mientras yo no pueda olvidarte del todo,
tú, cariño, no podrás del todo marcharte.
La vida parece más dulce puesto que tú viviste,
y los hombres más leales pues tú fuiste uno de ellos;
nada se perdió de lo que tú diste,
nada se destruyó de lo que hiciste.
En "Poesía completa"