La noche cubre el estanque con su ala.
Bajo el círculo de la luna distingo
tu rostro nadando entre los pececillos y los pequeños
ecos de las estrellas. Bajo la brisa nocturna
la superficie del estanque es de metal.
Dentro, tus ojos están abiertos. Contienen
un recuerdo que reconozco, como si
hubiéramos sido niños juntos. Nuestros ponis
pastaban en la colina, eran grises
con manchas blancas. Ahora pastan
con los muertos que aguardan
como niños bajo sus corazas de granito,
lúcidos y desamparados:
las colinas están muy lejos. Se alzan
más negras que la infancia.
En qué piensas, tumbado tan calladamente
junto al agua? Cuando miras hacia allí quiero
tocarte, pero no lo hago, teniendo en cuenta
que en otra vida fuimos de la misma sangre.
De "La casa en el marjal"