... Entre la tierra y el cielo?
Nadie se cruzó en mi camino.
Pero tu rostro da calor a mi mundo,
todo florece por ti.
Cuando me miras
mi corazón se estremece.
Tendida bajo tu sonrisa,
aprendo a preparar los días y las noches.
Para conjurar y dejarte ir,
yo siempre juego el mismo juego.
De "Un viejo tapiz tibetano"