martes, 27 de julio de 2021

Mary Shelley. Mientras leía los versos de Wordsworth sobre Peele Castle

Está conmigo, igual que está contigo,
oh, poeta, cronista de la naturaleza.
Los mares del verano han perdido su tonalidad.
Y la tempestad asienta su pesadumbre por todas partes.
   
El más amable susurro de las profundidades
no es más que el canto fúnebre por quien perdí.
Y cuando las olas elevan sus escarpados surcos,
transportan la espuma donde cruje
   
una voz también se escucha en el viento,
que me ofrece unirme a él cuanto antes,
que me arroje contra el aliento desapacible de la tempestad,
pues puede ofrecerme un féretro gemelo.
   
Y cuando el océano entero parece llano y suave,
cuando la aventura de las velas resplandece,
la forma del esquife más imparcial parece contener
el cariñoso dibujo de mi pobre corazón.
   
Después corro como una salvaje hacia la playa,
y de buen grado me apoderaría del barco más frágil,
y desde la aburrida tierra empujaría el ligero casco,
hacia las olas danzantes para ponerlo a flote.
   
Tampoco puedo volver a mirar el mar,
al menos no lo consigue la persona que fui;
creo que mi amargo dolor ya no se incrementará,
pero no lo afirmo con una mente serena.
   
A menudo lloro en soledad
y derramo muchas lágrimas amargas
mientras incubo inútilmente las alegrías pasadas
y me encoge el miedo por los años venideros.


De "Poemas de convivencia"